El conjunto edificado incluye la iglesia, el centro parroquial y la casa rectoral, articulando los distintos volúmenes entorno a un jardín interior que a modo de claustro ordena el conjunto.
La iglesia se organiza en una única planta que se abre en su parte posterior para englobar la zona bautismal y la capilla. El uso de la luz natural permite enfatizar el volumen de la nave y matiza el espacio interior.