El proyecto retoma el lenguaje clásico de la arquitectura, basado en proporciones áureas como principio geométrico.
Las fachadas incluyen pilastras acristaladas, rematadas por capiteles resueltos con elementos de hormigón prefabricado.
La planta superior del edificio queda enmarcada por dos grandes cornisas lineales, que envuelven un paño acristalado que se pliega dando profundidad a la fachada y hace las veces de simbólico arquitrabe.
La composición de huecos y el uso de muros cortinas aportan verticalidad y ligereza al conjunto y recuperan para la ciudad la tradicional galería coruñesa en su fachada marítima.