«De la sostenibilidad al empoderamiento«, cada poco tiempo vemos como ciertos conceptos quedan vacíos de contenido para convertirse en palabras de moda con las que justificar y vestir cualquier intervención. Desde Grupo TAU nos gustaría compartir con vosotros este interesante artículo de Paisaje Transversal donde analiza cómo la «participación pública» está sufriendo ese mismo proceso de banalización e instrumentalización político/económica.
Desmontando mitos y falacias sobre la participación ciudadana en el urbanismo
Desde Paisaje Transversal
Imagen: Actividad participativa del PIAM Nucli Antic, proceso de regeneración del casco histórico de Olot (fuente: Núria Social) vía Paisaje Transversal
«En los últimos años, hemos asistido al auge del concepto «participación ciudadana», especialmente en el ámbito de la política. Como suele ocurrir, este auge no viene exento de polémica y tiene sus riesgos. Al igual que sucedió con el término «sostenibilidad», la participación puede quedar relegada a ser una cortina de humo tras la que esconder determinados tipos de despotismos políticos. Un ejemplo claro lo tenemos en Holanda; en septiembre de 2013 el rey Guillermo Alejandro anunció «el paso hacia una sociedad participativa» para justificar el desmantelamiento del Estado del bienestar a través de políticas neoliberales y los recortes más duros que dicho país haya sufrido.
Está claro que el ámbito del urbanismo y el planeamiento urbano no ha sido ajeno a esta tendencia. Si bien el desarrollo de figuras legales de planeamiento urbano (Planes Generales, Planes Parciales, Planes Especiales, etc.) está sujeto legalmente a plantear mecanismos de participación pública, lo cierto es que estos suelen reducirse al periodo de alegaciones y exposición pública. De este modo lo que se logra es remplazar la participación por mecanismos que pertenecen únicamente al ámbito de la comunicación e información.
Esto conlleva que se acabe confundiendo la participación con la consulta pública cuando se utilizan exclusivamente encuestas, estadísticas, etc. Esta tendencia se refleja, por un lado, en el modelo de selección por votación popular sobre una serie de propuestas arquitectónicas ya dadas y cerradas; y también en casos como las consultas ciudadanas dirigidas a, simplemente, decidir el color del que hay que pintar un puente. Iniciativas tan genéricas como esa son no solo carentes de utilidad, sino contraproducentes, al generar un imaginario social muy dañino en torno a la participación ciudadana. De este modo, acaban por desfigurar su capacidad transformadora y la limitan a ser simplemente un recurso vinculado a la propaganda.»
Acceder al artículo AQUÍ
Comentarios recientes